Tantas veces algunos de los hombres de su familia le dijeron que manosearla y violarla «era normal», que ella se lo creyó. Aina no tuvo a nadie a su alrededor que le dijese que ella merecía respeto, que no debía avergonzarse si le hacían algo que no le agradaba. Amar a nuestros hijos también es darles confianza para que hablen con nosotros de todo, incluso -o sobre todo- de sexo y de respeto. La educación sexual, aquella de la que no quieren hablar los del colectivo #conmishijosnotemetas es vital para cortar con la cadena de abusos.